jueves, 2 de noviembre de 2017

Opinión. La poesía del 155.




La poesía del 155


HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

Cientocincuentaicinco rima con hinco. De hincar. Artículo rima con ridículo y con testículo. Articulo, con culo, mítica región corporal, objeto de pasiones y desencuentros. El chascarrillo resultante es de sobra conocido y no parece necesario ser más explícito en la cuestión. No había que recurrir a la futurología para sospechar que el Gobierno español acabaría aplicando el 155. Sí, el que rima con hinco.
Ni nuestro Estado de derecho ni las normas de convivencia que nos hemos dado podían permitir tal ataque a la legalidad vigente, consagrada en la Constitución española de 1978. Ni a la sagrada —e indiscutible— unidad de España, encarnada en la regia y noble figura de Felipe VI de Borbón. Y Grecia. Frente a la descabellada aventura secesionista que amenazaba la convivencia de la mayoría y el progreso de una gran nación, el imperio de la ley ha conseguido recuperar la normalidad democrática y el regreso a la senda de la sensatez. ¿Les suena la perorata?
Ha sido muy doloroso, mucho, destituir un gobierno autonómico y disolver un parlamento entero. Un dolor que se torna lancinante al tener que tomar el control de dichas instituciones y convocar elecciones limpias, transparentes y democráticas para el 21 de diciembre. Solo hay que ver las caras de García Albiol y de Albert Rivera. No caben en su propia congoja.
Por si fuera poco, la tristeza democrática se lamenta sin consuelo de la independencia judicial y la separación de poderes que distinguen al sistema político español: cárcel para la chusma independentista, acusada de rebelión. Eso les pasa por golpistas. Como Tejero, Alfonso Armada o Milans del Bosch. Otra medida dolorosa. Que rima con muchas cosas.



Para golpe, el cientocincuentaicinco. Que rima con hinco. Después de leerlo —recomendable ejercicio, sobre todo para los que hablan de él sin tener ni zorra idea— no queda espacio para la duda: la interpretación y ejecución que del polémico artículo hacen el Gobierno de Rajoy y las fuerzas vivas del Estado de Derecho y de la convivencia que todos nos hemos dado, bla, bla, bla, es el verdadero coup d’Etat en toda esta historia.
Por más vueltas que se le dé es imposible llegar a otra conclusión que no sea la que es: una patente de corso para aplastar cualquier disidencia sobre la sagrada e indiscutible unidad de España, encarnada en la regia y noble figura de Felipe VI de Borbón. Y Grecia. Bla, bla, bla…
Es, simplemente, el cientocincuentaicinco. Que rima con hinco.




6 comentarios:

  1. ���� Buen artículo; penosa la conclusión para los que vemos lo que ocurre en este país.

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  2. Muchas gracias por tu lectura y por el comentario. Entiendo que en todo este asunto nada es casual, al contrario: creo que todo es premeditado y está planificado. Se trataba de acabar con las instituciones catalanas y tomar el mando. Solo necesitaban un aparato judicial afín ideológicamente. Ya lo tenían. La acusación de rebelión es una puerta abierta para impedir que los imputados se presenten a las elecciones y, más aún, para ilegalizar a los partidos independentistas. Al tiempo.

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  3. La audiencia Nacional vuelve a ser el tribunal de orden público y el que entra a lo mejor sale...
    ¿Volverán los juicios sumarísimos?

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    1. A este paso volverán muchas cosas que parecían olvidadas. De hecho las que están ocurriendo me recuerdan peligrosamente tiempos muy pasados. Muchas gracias por tu lectura y tu comentario.

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  4. Sodomización plena. Nos la merecemos (unos más que otros)

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    1. Es muy posible que lleves razón: quizá todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad, por acción u omisión. Unos más que otros, desde luego. Un abrazo y muchas gracias por tu lectura y comentario.

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