martes, 27 de diciembre de 2016

Reportaje. Poder y censura



REPORTAJE
Cuando al poder no le gusta lo que escriben de él
El caso de El Mundo Cantabria

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

La publicidad del poder engorda pero también mata. Esto es, en parte, lo que le ocurrió al diario El Mundo Cantabria. Los avatares de esta ya desaparecida cabecera vienen a demostrar la importancia que tiene la publicidad institucional en la cuenta de resultados de cualquier periódico; pero sobre todo, vienen a recordar el riesgo que entraña dicha dependencia económica, que no es otro que el de dejar una puerta abierta a los poderes políticos, siempre ávidos de influir a su favor en la opinión pública a través de los medios de comunicación. Y cuando no lo consiguen por las buenas, siempre pueden presionarlos con cortarles la publicidad oficial. Esto no es nada nuevo en la historia del Periodismo: se llama censura económica, una sutil forma de trabar la libertad de prensa, como ya hizo el establishment británico en el siglo XVIII poniendo impuestos al papel para doblegar el naciente poder de la prensa diaria, lo que le costó el cierre, entre otros muchos, al mítico The Spectator.

Nace el 27 de febrero de 2008 y el 3 de marzo de 2016, sale a la venta el último ejemplar de la edición regional de El Mundo en Cantabria. En el camino se habían quedado ocho años de trabajo, durante los cuales el diario había conseguido hacerse un hueco en la audiencia cántabra. El hecho de ser la única cabecera nacional —una de las 'grandes'— con una edición específica para Cantabria, hizo pensar que pudiera enriquecer durante mucho tiempo el panorama informativo de la región, a pesar de los continuos ajustes de plantilla y de paginación a los que se vio sometida la publicación en esos ocho años. Con el cierre, también se tuvieron que ir los últimos 15 profesionales que quedaban, de los más de 30 que comenzaron en 2008.



El periódico surge de un acuerdo entre Unidad Editorial, editora de El Mundo a nivel nacional, y la sociedad 'Prensa y Medios de Cantabria' (PMC), creada por los hermanos Macho, propietarios de la constructora ECC Viviendas, una empresa familiar.

Según la web 'populartvcantabria.com', El Mundo Cantabria estuvo siempre “próximo” al Partido Popular. Esta misma fuente afirmó en su día que los hermanos Macho mantenían “fuertes vinculaciones con el PP”, y que fue el mismísimo Pedro J. Ramírez —por entonces director de El Mundo— el que los convenció para que abrieran una franquicia de su diario en Cantabria.

En mayo de 2009, en una entrevista concedida a alumnos de la universidad privada CESINE, de Santander, el entonces director de El Mundo Cantabria, Félix Villalba, respondía así a la pregunta sobre cuáles eran las bases del éxito de su diario: “La prensa cántabra estaba algo adormecida. El hecho de que aparezca un nuevo diario con una línea informativa fuerte, como es la de nuestra matriz, basada en la investigación, y que se publiquen noticias que hasta entonces no salían a la luz, fueron claves para el desarrollo del diario. Otro punto fuerte es el no tener miedo a posicionarse y a realizar críticas, un gran atractivo para los lectores cántabros”. Eran los mejores momentos del periódico. La euforia de Villalba tornaríase en desazón varios años después.

En un reciente reportaje publicado en el portal web 'Cantabria Negocios', y elaborado por Jesús García-Bermejo —director de la emisora de radio Arco FM Cantabria—, la presidenta de la Asociación de la Prensa de Cantabria (APC), Dolores Gallardo, analiza la situación general de la profesión en dicha Comunidad: “Los bajos salarios y el importante paro existente son los mayores problemas a los que se enfrenta el sector a día de hoy, lo que no quiere decir que sean los únicos”. De acuerdo a las cifras que se manejan desde la organización, las remuneraciones han caído entre un 18 y un 20% desde que comenzase la crisis, siendo 113 los profesionales que se encontraban sin empleo a finales de 2014. “El cierre de El Mundo Cantabria ha sido un palo muy duro para todos, pero lo más preocupante es que no creo que vaya a ser el último”, adelanta Gallardo. La presidenta de la APC atribuye el cierre de la cabecera a la caída general de la inversión publicitaria, estimando dicho descenso entre un 20 y un 30% desde que comenzó la crisis.

Según el reportaje citado, la publicación vivió sus mejores momentos entre su salida a los kioscos en 2008, y el año 2010. El proyecto estaba cubierto desde el punto de vista económico por parte de la sociedad editora, PMC. Fue en este periodo cuando contó con hasta 18 periodistas en la redacción, además de fotógrafos, colaboradores, comerciales y personal de administración.

Todo ello permitió al diario regional alcanzar su récord absoluto de páginas, 56, las cuales se incluían en la parte central del periódico nacional. “Por aquel entonces, el mínimo eran 32 páginas, aunque los fines de semana lo habitual era que, con los suplementos, nos fuésemos hasta las 40 ó 48 —recuerda Félix Villalba, ya exdirector de la publicación—. A pesar de que en algún ejercicio llegamos a cubrir gastos, desde febrero de 2011 —momento en el que se cortó la financiación— hubo que empezar a hacer ajustes tanto en plantilla como en paginación”.

Tras el ERE de 2012, El Mundo Cantabria fue adelgazando hasta las 16 páginas para recortar gastos, ya que el acuerdo alcanzado en su día establecía que hasta ese número, los costes de impresión corrían por cuenta de Unidad Editorial. A cambio, todo lo obtenido por la venta de periódicos iba a parar a la editora nacional, por lo que los únicos ingresos con los que se contaba, más allá de las inyecciones puntuales del grupo inversor, eran los procedentes de la publicidad. Ya en la última etapa, y tras un nuevo ERE —esta vez de extinción—, el diario se redujo a una pequeña separata de apenas 8 páginas. Con 15 personas en plantilla, la publicación carecía de los medios necesarios para mucho más. La cabecera estaba herida de muerte.

“Hemos aguantado 8 años, bastante más que otras iniciativas similares, y creo que hicimos muchas cosas bien, aunque probablemente también alguna mal. Lo complicado era hacernos con un hueco entre los lectores cántabros, y lo conseguimos. Incluso hubo una época en la que éramos nosotros los que marcábamos la agenda informativa. Sin embargo, la caída publicitaria producida por la crisis, determinadas sentencias judiciales que no nos beneficiaron y la mala suerte en momentos puntuales, nos acabaron por condenar”, lamenta Félix Villalba.

Un asunto que pudo suponer otro  hándicap para El Mundo Cantabria fue la falta de un soporte digital que acompañase a la publicación en papel. Según García-Bermejo, la versión digital del diario estaba contemplada en el propio proyecto, pero no salió adelante por la delicada situación económica que atravesaba entonces Unidad Editorial, con importantes recortes en todas las inversiones previstas por el grupo: “Y lo cierto es que, en un entorno cada vez más tecnológico, potenciar un medio de comunicación sin una página web ni presencia en las redes sociales se antoja complicado”.

Crisis financiera global, crisis de la prensa de papel, problemas judiciales, ausencia de un soporte digital…

Han pasado más de nueve meses desde que El Mundo Cantabria dejó de llegar cada mañana a los kioscos de Santander, de Torrelavega y de los otros 100 municipios de la Comunidad Autónoma. Con esta perspectiva temporal, puede ser interesante conocer de primera mano el relato de dos periodistas que vivieron y protagonizaron —desde diferentes roles profesionales— la historia del periódico: Félix Villalba y Aser Falagán.

Félix Villalba fue el director de El Mundo Cantabria a lo largo de sus ocho años de existencia; Aser Falagán era uno de los redactores del diario. Un buen día salieron de la redacción de la calle Carlos Haya, cerca del Barrio Pesquero de Santander, para seguir haciendo periodismo: Félix en El Mundo-Diario de Valladolid y Aser en El Diario Montañés. Ambos han accedido a dar una entrevista para este reportaje.



Para llegar a Aser, ha sido necesaria la mediación de otro periodista, un compañero del Montañés, José Ahumada. En una breve charla, José esboza algunos aspectos que, en su opinión, rodearon el nacimiento y el cierre de El Mundo Cantabria: “En teoría se suponía que era, simplemente, llegar a un número de ejemplares vendidos y, bueno, pues al final, con la caída de ventas de periódicos, no pudo ser. Pero la cosa fue un poco más liosa: sobre todo, fue como una operación para ayudar a ganar las elecciones autonómicas [de 2011] al PP. El Mundo Cantabria apoyaba a muerte al Partido Popular y estaba todo el rato intentando sacar escándalos a los del Gobierno [de Revilla], y bueno, pues alguno sí que le salió. Luego ya, una vez cumplido… El dinero para abrir el periódico lo pusieron unos constructores de aquí… Ya sabes, esos tinglaos que hay en todas partes. Yo lo sé un poco por encima, pero Aser te podrá contar más”.

Tras las elecciones autonómicas de 2007 Miguel Ángel Revilla pudo ser investido como presidente, gracias al pacto entre su partido (PRC, Partido Regionalista de Cantabria) y el PSOE, conformándose un gobierno de coalición entre ambas formaciones políticas. Menos de un año después, salía a la luz El Mundo Cantabria. En los siguientes comicios, los de 2011, ganó el PP con mayoría absoluta, y su candidato, Juan Ignacio Diego Palacios fue investido presidente de Cantabria. Tras las últimas elecciones en 2015, vuelve a haber un gobierno de coalición PRC-PSOE presidido por Revilla. En las tres ocasiones, el PP fue el partido más votado.  
El arranque
Los comienzos eran prometedores. Félix Villalba había sido jefe de sección de economía en El Diario Montañés. De éste salieron inicialmente él, y el que sería primer subdirector de la nueva cabecera, Alfonso Ruiz, junto a otros periodistas del Montañés.
“Hubo gran expectación cuando se supo que iba a salir El Mundo en Cantabria”, recuerda Villalba. En su opinión, hasta ese momento existía cierto monopolio informativo en la región: “Yo creo que esas expectativas eran fruto de la necesidad de nuevos enfoques en el periodismo y de que se abriera un poco el pluralismo”.

El Mundo Cantabria rompe en cierta forma los esquemas previos, con dos periódicos que dominaban el panorama en Cantabria. Félix cuenta como fueron los primeros años: “La cosa fue muy bien. Desde el día que salimos, pasamos a ser el segundo periódico en ventas en Cantabria, por detrás de El Diario Montañés y adelantando a Alerta, que pasaba al tercer lugar”.

Aser Falagán explica el sistema por el que se forma el diario: “Es la misma técnica que usaba Unedisa en toda España para abrir ediciones y captar mercado local; era como una franquicia, es decir, una empresa local llega a un acuerdo con Unedisa y se crea una sociedad, en la que es mayoritaria la empresa local, aunque Unedisa tiene una participación accionarial que le permite usar el franquiciado. Se montó una redacción en Santander con una serie de periodistas, comerciales, etcétera. El diario se distribuía como era habitual, con la diferencia que se incluía un encarte de la edición; el encarte nació con 32 páginas que subían a 40 y 48 cuando era necesario”.

¿Cómo se financiaba el periódico? Para Falagán, “a efectos de diario local funcionaba como un gratuito, es decir, la financiación de la empresa local era a través de la publicidad propia, porque los ingresos por venta y por los anuncios de la edición nacional, eran para Unedisa, para El Mundo nacional. A cambio, éste ofrecía la marca, su canal de distribución, el encarte del diario, e imprimía 16 páginas en su rotativa sin pagar; a partir de ahí, el resto eran de pago”.

Al igual que Villalba, Aser recuerda aquellos inicios arrolladores: “El periódico se comienza a gestar en 2007 y sale en 2008. Abre con una plantilla muy amplia, con mucha gente, y se monta una redacción bastante fuerte; esto es así porque detrás hay una constructora, que además, está vinculada al PP. Llegó a haber 18 redactores y 30 personas en plantilla. Durante dos o tres años fue un buen producto informativo, alcanzando a tener hasta 52 páginas en momentos puntuales o en algún día excepcional, aunque lo normal eran 32 y algunas veces 40 o 48. En 2009, el diario estaba en su mejor momento con unas ventas que iban moderadamente bien”.

El 6 de marzo de 2008, con nueve números publicados, se presentó en sociedad El Mundo Cantabria. El acto —al que asistieron el presidente del Gobierno de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, el alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, y el entonces director de El Mundo, Pedro J. Ramírez— se celebró en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Santander. Félix Villalba habla del evento, “que reunió a 2.000 personas que fueron a escuchar a Pedro J.”, y evoca las palabras de este: “No importa ser el segundo periódico en ventas; lo importante es ser el primero en influencia”.
Y así fue, para el exdirector: “En muchos momentos conseguimos eso, es decir, marcábamos la agenda informativa y la agenda política. Lo hacíamos con exclusivas de temas que no salían por la situación en la que estaba la información en Cantabria, y que nosotros sacamos a la luz; hubo incluso polémicas, porque éramos críticos con la acción de gobierno, como debe ser la función del periódico. Allí no estaban acostumbrados e incluso se produjeron situaciones extrañas: nos mencionaban en el Parlamento y algunos nos recriminaban desde allí, cosa que era un poco llamativa”.

Publicidad institucional
La publicidad institucional supone una importante fuente de ingresos para muchos medios de comunicación. Para el periodismo, esta dependencia es siempre un arma de doble filo. Villalba se queja del trato recibido en este sentido por el Gobierno de Cantabria, que en aquellos tiempos estaba formado por la coalición PRC-PSOE, bajo la presidencia de Miguel Ángel Revilla: “Uno de los precios que tuvimos que pagar por la independencia informativa fue el bloqueo institucional por parte del Gobierno de Cantabria; nos vetaron en el reparto de la publicidad institucional y nos cortaron ese grifo, que es una parte importante del montante publicitario, y sobre todo en comunidades pequeñas, como Cantabria, donde el peso de la administración, en todos los ámbitos, es muy relevante.

La llegada del PP en 2011 suponía la posibilidad de recuperar la publicidad institucional: “Nos daba la esperanza de que se eliminaba ese veto institucional que teníamos; pero era una falsa esperanza, no porque continuaran vetándonos, sino porque llegó la austeridad y el recorte radical de gastos de la administración, que afectó mucho a la inversión pública del Gobierno regional; tuvimos algo más de publicidad institucional, pero no compensaba económicamente el retroceso de la publicidad privada que se estaba produciendo en aquellos momentos”.

Aser Falagán coincide plenamente con su exjefe en este punto: “Con el Gobierno anterior, el de Revilla, cero, boicot publicitario absoluto; un 'apagón publicitario' del Gobierno de Cantabria, que en otras cabeceras sí metía publicidad institucional pero en El Mundo no”. Ésta es, según él, la causa del comienzo del declive. A partir de ahí comienzan muchos de los problemas: “Cuando llega el Gobierno del PP en 2011, sí mete publicidad institucional, pero ya no era lo de antes; había poca, pero era poca para todo el mundo porque no había disponibilidad económica y todos los gastos estaban muy fiscalizados por los recortes. Había sido un periódico muy a la sombra del PP, que apoyó mucho al PP durante su Gobierno, y esperaba que le dieran más de lo que le tocaba; le dieron lo que le correspondía, pero no más. Con la llegada, nuevamente, de Revilla en 2015, también hubo publicidad institucional, la que le correspondía, pero ahí ya la situación financiera de la empresa era muy mala”.
Declive
A pesar de este hándicap, Félix Villalba afirma que solamente con publicidad privada tuvieron un tiempo en los que iban muy bien: “El primer año magnífico, el segundo estuvimos bastante bien, estables y consolidados como referencia informativa en muchos momentos. Aquello se mantuvo funcionando bien en ventas, aunque luego, cuando la crisis se hizo más patente, tuvimos un pequeño retroceso, pero menor que la media. Quizá empezamos demasiado fuerte en estructura, en gastos, pero bueno, no había problema porque había una empresa [la constructora] que marchaba bien y que tenía fondos para tapar cualquier agujero que tuviéramos”.

Como ya se ha comentado, los accionistas principales de El Mundo Cantabria eran unos empresarios locales, vinculados a la construcción y la hostelería, que habían emprendido un proceso de diversificación en los buenos tiempos. Pero la burbuja inmobiliaria comenzaba a deshincharse, y la crisis financiera avanzaba como un tornado, destruyendo empleo y arrasando numerosos negocios y empresas.

“A partir de ahí, se notó el descenso de la inversión publicitaria por parte de las empresas —continúa Villalba—, y empezamos a experimentar una bajada de los ingresos, en línea con todos los medios. De todas formas, nosotros seguimos, pero llegó un momento en que la crisis del sector inmobiliario afectó a la empresa, con lo cual el periódico ya no podía contar con alguien que aportara financiación cuando era necesario”.

El exdirector hace autocrítica, reconociendo que, al tener detrás una empresa fuerte que les respaldaba, les faltó un poco de previsión: “Si hubiéramos sido más previsores, con lo que ganábamos en aquel momento, nos podíamos haber mantenido perfectamente”.



¿Con qué idea los constructores hicieron esta inversión? “Sinceramente, no lo sé —responde Aser Falagán—. Eso habría que preguntárselo a ellos; por un lado pienso que querían diversificar el negocio y ganar dinero, influencia y poder, además de conseguir obra para su constructora. Y si podían echar un cable al PP, al que eran muy próximos, pues mejor que mejor. Yo creo que el plan de negocio preveía entrar en beneficios el tercer año, pero se vino abajo el mercado periodístico y, sobre todo, el inmobiliario, lo que nos afectó especialmente, ya que el diario tenía detrás una constructora que era la que, llegado el caso, podría haber inyectado liquidez para intentar hacerlo rentable con un horizonte más largo o, cuando menos, para mantenerlo artificialmente. Pero esto tampoco se pudo dar porque la empresa que sostenía el periódico en los primeros años, acaba desapareciendo, de hecho”.
Para Falagán este fue el problema de partida. La crisis del papel hizo el resto: “Sí, es cierto que estalla la crisis y se reproduce el modelo de otros muchos periódicos que fueron cerrando en toda España, con la diferencia que éste nunca obtuvo beneficios”.
El final
 “¿Y qué hizo el periódico? —se pregunta Aser—: apostar por pérdida de calidad, reducir plantilla, reducir todo. En la última época salía con solo 8 páginas. Entra en un bucle que cada vez es peor, la dirección lo hace fatal y el producto va cayendo hasta que empieza a entrar en descomposición, a partir de 2012. Hay gente a la que despiden, gente que decide irse, incluso sin indemnización, porque ya no aguantan más allí, hasta que cierra en marzo de 2016”. “Son 8 años. Yo lo he vivido, no te hablo de oídas”, concluye el periodista.

Félix Villalba explica así la debacle: “Nosotros seguimos cayendo en ingresos de publicidad privada, igual que el resto, y llegó un momento en el que, junto con otras circunstancias del periódico (algunas deudas que se produjeron), la situación empezó ya a ser insostenible. A finales de 2015 ya se veía que la cosa iba mal. También había deudas que tenían con nosotros; sufrimos un enorme retraso en los pagos de la Administración regional, que nos debía mucho dinero. Aquello ya no se pudo sostener, y en enero de este año se tomó la decisión de hacer un cierre lo más ordenado posible; se empezó a negociar un ERE de extinción de contratos y, finalmente, el 3 de marzo salió el último número a la calle. La empresa que sostenía la cabecera terminó en un proceso concursal que no sé cómo habrá terminado”.

En lo laboral, tampoco fue un proceso fácil. Los empresarios habían creado una segunda empresa que venía a complicar aún más el asunto, añadiendo una evidente confusión patrimonial. Los tribunales determinaron que ambas eran el mismo grupo y, por tanto, solidarias en los compromisos contraídos.

“Para poder cobrar las indemnizaciones —explica Félix— hubo que interponer una denuncia, a la que nos adherimos todos los trabajadores. Esa denuncia iba contra las dos empresas, la editora, PMC, y Gestora de Medios S. L., que era la que gestionaba la publicidad. A día de hoy, todavía no hemos cobrado del FOGASA (Fondo de Garantía Salarial), por la lentitud con la que trabaja esta administración”.
A modo de conclusión
La irrupción de El Mundo Cantabria en 2008 revolucionó, de alguna manera, el hábitat informativo, con un periodismo más de investigación y denuncia, si bien es cierto que con una orientación ideológica demasiado marcada. El caso de este diario, ya desaparecido, es paradigmático de la tormenta que ha asolado a la prensa de papel desde el estallido de la crisis financiera, no solo en España, sino en todo el mundo. Ahora bien, el destino final de El Mundo Cantabria estuvo marcado por dos elementos distintivos: la publicidad institucional y el perfil de los empresarios que se hicieron cargo de la publicación.

Los acontecimientos de sus primeros años —los mejores— vienen a constatar la importancia que tiene la publicidad institucional en la cuenta de resultados de cualquier diario; pero sobre todo, vienen a recordar el riesgo que entraña dicha dependencia económica, que no es otro que el de dejar una puerta abierta a los poderes políticos, siempre ávidos de influir a su favor en la opinión pública, a través de los medios de comunicación. Y cuando no lo consiguen con un medio determinado, siempre pueden presionarlo con la publicidad oficial. Esto no es nada nuevo en la historia del Periodismo: se llama censura económica y El Mundo Cantabria la padeció en su momento.

El hecho de que la empresa matriz del periódico fuera una constructora, empeoró la situación económica del mismo porque, junto a la crisis financiera, el desplome inmobiliario en España fue brutal. Quizá ello pueda invitar a reflexionar sobre qué clase de empresas y empresarios son los más idóneos para gestionar un medio de comunicación.





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