sábado, 16 de julio de 2016

Opinión: Una de indios



Papeles cambiados

HÉCTOR MUÑOZ. MÁLAGA

En la segunda mitad del siglo XIX, particularmente entre 1867 y 1870, el pueblo Comanche, uno de los pueblos autóctonos de Norteamérica, estaba siendo cada vez más diezmado y arrinconado por los colonos y el ejército yanqui.
Es llamativo el hecho de cómo Hollywood (que nació por las mismas fechas) ha conseguido edulcorar y camuflar el terrible genocidio de las tribus nativas de América del Norte, hasta el punto, incluso, de convertirlos en los malos de la película, en unos salvajes 'pieles rojas' que se divertían arrancando el cuero cabelludo de los inocentes hombres blancos que ocupaban sus tierras.
Durante el último siglo, varias generaciones de niños de casi todo el mundo han crecido con este cliché cinematográfico y televisivo, asumiéndolo como el único, el bueno, e imitándolo en sus juegos. ¿Quién no ha matado indios con su revólver de plástico?
Afortunadamente, siempre hay excepciones. Hace unos días rescaté una vieja y conocida película, El fuera de la ley, un wéstern de 1976 protagonizado por Clint Eastwood, en la que un hombre blanco (Josey Wales) huye de otros hombres blancos y —¡sorpresa!— termina buscando refugio en tierras comanches.


En las secuencias finales de la trama, se produce un dialogo entre el protagonista y el histórico jefe comanche Diez Osos, que merece la pena ver con atención. Frases como «a ti y a mí no nos asusta la muerte. Es más difícil la vida cuando los seres que has querido han sido violados y asesinados», «no son los gobiernos quienes conviven, son las personas; de los gobiernos no se recibe una palabra justa, ni la lucha es justa», «te aseguro que los hombres pueden convivir sin tener que matarse los unos a los otros» o «es triste que las palabras de los jefes de gobiernos sean falsas», retratan todos los genocidios cometidos con los pueblos indígenas del mundo entero y todas las invasiones perpetradas en nombre de la civilización, la libertad, la democracia, la justicia o la paz. Así hasta el día de hoy.
Y como siempre, la ficción creada por los criminales invertirá la realidad para que los malos sean los otros.


Jefe comanche Diez Osos. Foto tomada poco antes de su muerte en 1872.

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